Cuando la naturaleza todavía cruda
no se podía comer
y la noche se probaba la sotana
tras el pomo de la luna.
Cuando las cataratas
se mesaban sus barbas transparentes
y el cielo buscaba goteras
en cada poro de las nubes.
Cuando las ilusiones
florecían de los cerezos
y el otoño ensartaba búhos
con las alas nuevas de la hojarasca.
Cuando la muerte inventó el infinito
y atrapó a la vida entre paréntesis
el viento se dedicó a ser pájaro,
el tiempo se anilló a los árboles,
y el hombre completó el mosaico
con hirientes fragmentos de metralla
en lugar de las más bellas teselas.
Cuando vuelva por donde vine
y desande la humanidad
y sus pinturas rupestres, sin duda,
no habrá quien me entregue el más merecido
Premio Nobel de la Paz.
Martín de la Torre
Que sorpresa más agradable,es poder leerle de bueno maestro,pues ya me sabía de memoria todo el blog. Cada vez que me asomaba por aquí y han sido muchas y reiteradas las veces y no encontraba nuevos poemas trasnochados publicados pasadas las dos de la madrugada, me entristecía mucho. Por fin has vuelto.No te vayas tanto tiempo ni tan lejos.
ResponderEliminarAna.C
A mí también me agrada verte pasear por estos oscuros pasadizos.
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