domingo, 9 de noviembre de 2014

El dado de las siete caras


El círculo cromático de la tristeza
es un dado gris de siete lados
que no se rompe al caer
porque sus aristas son de cristal líquido.
Como sigilosas cuerdas de funambulista,
las aristas del dado de la tristeza
deben alcanzar los ocho vértices,
las ocho esquinas de su silenciosa geometría
y anudarse a ellas en completa soledad.
Las aristas deben alcanzar su destino
sin despertar a la diosa Fortuna,
que en el interior del dado,
sueña felices combinaciones.
Porque de quedar un ángulo suelto,
¡ay de perderse una arista!
La felicidad inundaría el mundo.
Cosa que nunca ha sucedido.

Los dados de la tristeza,
como todos los dados cúbicos,
son poliedros de seis caras y ocho vértices.
Las caras están numeradas del uno al seis,
de manera que las caras opuestas
siempre suman siete, siendo esa suma
la causante del enigmático séptimo lado
que parte de cada vértice hacia la tristeza.
Este lado era infinito cuando, antiguamente, 
la Tierra era plana y las aristas jamás se volvían a encontrar.
Hoy nos confunden los meridianos y los paralelos,
pero a pesar de la redondez de la Tierra,
las aristas siguen sin encontrarse,
y este lado insaciable continúa sumando horizontes.

Pero un día un óvulo rectangular rodará
y se convertirá en círculo cromático.
El inmenso arco iris nacido de esta unión
abarcará la órbita completa del dado,
desde el pequeño dado que juega con nosotros
al vasto erial de su séptica cara.
Hasta entonces,
la tristeza seguirá siendo
el diámetro gris del círculo cromático,
el plomo que rellena el séptimo lado,
como esos dados falsos que tanto pesan
y suelen prensar el frágil envoltorio del alma.


Martín de la Torre


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