No sé si he contado alguna vez que vivo en el año 1840, no del calendario chino, ni del musulmán, sino del mismo calendario gregoriano que el vuestro y, precisamente por eso, se pierden muchas de las cartas que me envían. Tampoco sé si he contado que aparezco en la primera fotografía de la historia, en el daguerrotipo que sirve como fondo de esta página. Un limpiabotas me deja relucientes los mocasines -la columna de texto tapa dicha escena- en el Boulevard du Temple, de Paris. Ciudad a la que acudí para visitar a mi buen amigo Charly Baudelaire, pero esta es otra historia.
Viajo al siglo XXI solo para asistir a las ferias y mercados medievales y de época. Pero además del desfase temporal existe un desajuste espacial. Sobre mi casa del Castillo de Locubín, en vuestro tiempo, han construidos una casitas pareadas y gran parte de mi correspondencia le llega al nuevo inquilino del espacio que ocupó en el pasado mi residencia. Igualmente, sus epístolas y propagandas me llegan a mí: documentos mecanografiados de banqueros usureros, balances de luminiscencias por corriente alterna o panfletos de pésima tinta roja, donde alguien se autoconvence de no ser tonto, “yo no soy tonto, yo no soy tonto”, pero me da a mí que sí lo es.
En los próximos días iré publicando las maravillosas cartas que mi compañera de andanzas y peripecias, Ana C, me envió hace tiempo y que he recibido ahora. Empiezo con la trascripción de la que me mandó tras asistir a los estudios de Canal Sur Televisión, del tiempo en que se publicaron los consejos y andanzas nº12.
-Cuando cuente tres abrirás los ojos, Ana – siento un golpecito de mano sobre mi frente
y escucho la voz del mago.
-Un, dos, tres, despierta –una sonora palmada y abro mis ojos.
-Uf ¿Dónde estoy?- mi voz retumba “dramágica”, en el silencio del plató.
He debido de dormir bastante, pues me ha crecido tres centímetros el bello de las piernas.
¡Qué “magiadería”! tal vez hubiera sido mejor haber escogido un pantalón,
como pensé en un principio, en vez de esta pequeña faldita.
Noto como de mi frente caen gotas de sudor. Y en ella, como si de un tatuaje se tratara,
se quedan marcadas las líneas de la mano del MagoMigue:
Qué podóloga receta algodón de azúcar para las heridas de un pie diabético;
pastillas Juanolas para Juanetes; crema de noche para el contorno de ojos de gallo;
un libro de geometría para pies planos y cirugía estética para callos.
Qué cordelería fabrica juegos de cuerdas con afiladas espinas de anchoa
(por cortesía de Miguel Angel Revilla) para aceitunas-violás.
Qué oculista recetaría al teniente Colombo parches de nicotina
para el estrabismo y un duro día de trabajo a pacientes con ojo vago.
Qué farmacéutica suministra a una zapatería hilo dental
para tacones de aguja, vertigoheel para tacones de vértigo,
vick inhalador para mocasines y agua de mar isotónica para katiuscas.
Qué buceadora se sumerge en las aguas de la isla de Murano con gafas
de culo de vaso para ver la gota que lo colmó, agotada su paciencia.
Qué orquesta filarmónica usa manos de violín de Juan Tamariz
(chian, chian, ñia, ñia…) para su recital en la terminal de Madrid-Barajas.
Qué fotógrafa de la revista “Guillermo Tell” prepara un ebook fotográfico
de Steve Job disparando con ballesta sobre su primer Apple compiuter.
Qué zapatera arregla viejos verdes Zuecos con remaches de viagra,
babuchas con enjuague bucal para la halitosis del pie
y alpargatas catalanas con aceite de romero en pan tumaca.
Qué ilusionista siembra el siete de trébol en su chistera mágica
para que su conejo de la suerte pueda comer a la carta una semana entera.
Qué zapatera arregla viejos verdes Zuecos con remaches de viagra,
babuchas con enjuague bucal para la halitosis del pie
y alpargatas catalanas con aceite de romero en pan tumaca.
Qué ilusionista siembra el siete de trébol en su chistera mágica
para que su conejo de la suerte pueda comer a la carta una semana entera.
¡Abra- cadabra! ¡Hilo o madeja! Si mi mala con-ciencia se aleja, que estos oficios imposibles no tengan trascendencia.
Ana C.
hola hace mucho que no escribes en tu blog, espero que estes bien.
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