jueves, 22 de enero de 2015

Consejos y andanzas de un filántropo quiromante. 4ª mano.


Un hombre sin oficio ni beneficio,
que se quería comer el mundo
pero que en verdad era pan perdido,
me preguntó el día seis en Almería,
en el mercado medieval de Los Gallardos,
por una tarea que aún no tuviera oficio,
que él, según dijo, la profesaría sin sacrificio.

Qué neumólogo sabe cómo rejuvenecer:
expirar primero y luego inspirar compasión.
Qué azafranero arrebata una llama
al gran arce rojo para dorar el otoño.
Qué interiorista sugiere al cliente una decoración
pirata tras cobrarle como anticipo un ojo de la cara.
Qué pianista vende su máquina de escribir muda
cansado de reescribir los conciertos de Beethoven.
Qué arquero tensa el diapasón para afinar el canto
del pájaro posado sobre la cuerda de la guitarra.
Qué piloto esparce tréboles en el mar para que,
como hélices de un barco, fabriquen las olas.

Qué aviador pilota las azarosas pompas de jabón
que aíslan del limbo a las almas infantiles.
Qué carnicería vende la carne de unicornio,
dodo, mamut o loco de los años veinte.
Qué cordonería vende cordones umbilicales
a los ególatras que se practican rápel.
Qué maniquí pigmeo se acostumbra
al daltonismo de vivir en un semáforo.
Qué fotógrafo bipolar revela el carrete
defectuoso de las auroras.
Qué soldador provoca lluvias de estrellas
al colocar nuevas baldas de Universo.

Qué huevero vende los capullos de seda
que ponen las codornices de crochet.
Qué pescador repara trajes de flamenca
la víspera del entierro de la sardina.
Qué quesero cauto añade moho en los comederos
para ovejas de Roquefort.
Qué olivarero de Getsemaní machaca
la fe y vende aceite de esmeraldas.
Qué capilla expone en su estrado
el cuerpo incorrupto de un político.
Qué gondolero gordo pica el toro
que bucea las cloacas de Venecia.

Me lo pidió por escrito, y claro,
yo, como quiromante, le desleí la mano.


Martín de la Torre



domingo, 4 de enero de 2015

Muñeco de Trapo


El encuentro

Mi álter ego fue un muñeco de trapo del período de entreguerras. No lo digo yo, me lo dijo él antes de morir en mil novecientos treinta y cuatro, año del cierre de los grandes almacenes Madrid-París.

Grandes almacenes Madrid-París durante el verano de 1930.

Allí, en el treinta y dos de la Gran Vía madrileña estuvo en venta durante meses. Había como siete u ocho muñecos de ese modelo, muy parecidos, claro está, pero cada uno con sus peculiaridades. Este en concreto tenía la boca más pequeña y la sonrisa un poco torcida. De cara me recordaba a Marco, el niño que viajó de los Apeninos a los Andes, pero con una ropita parecida a la que lleva el fontanero Mario Bros, roja y azul.
El muñeco me llamó la atención desde la primera vez que lo vi. La ternura que me inspiraban era inexplicable. Tuve la tentación de comprarlo, pero me parecía insensato e inquietante la sola idea de hacerme con él, siendo yo, ya por entonces, un adulto.
Pasado un tiempo, pensando en un regalo para mi sobrina, decidí no perder la oportunidad y comprar el simpático monigote. Aunque no fuera para mí, lo podría ver a menudo.
Para entonces, los grandes almacenes habían cerrado y el rastro de aquel muñeco de trapo se perdió para siempre. No así su recuerdo.


Testamento del muñeco de trapo

Declaro heredero universal de mis carencias a D. Martín de la Torre.
A él dejo los bienes de mi soledad que a continuación detallo:

Una pelusa azul en el ombligo.
Pelusa criada por peces umbilicales de agua triste,
en un lago donde las boyas son puntos de interrogación,
las interrogaciones cisnes y los cisnes hidroaviones a la deriva.

Otra pelusa azulona en la axila, mínimo común detonador de la tosferina.

Dos fósiles ojos a desembocar en ciegos horizontes,
como las carreteras que mueren en el mar Acantilado.

Una bolsita de caramelos de naftalina.
En verano consumirlos con moderación.
Son antihumectantes y hacen perder el habla.

Un mullido ejército de pelotillas
como paracaidista caspa recién esquilada.

Un ovillo de nieve (óvulo de lana mansa)
y una estalactita (congelado espermatozoide)
para confeccionar, rellenar y reparar muñecos de trapo.

Una cremallera sobre tela, convertible en columna vertebral bajo la piel.


El heredero del Mesías

No pasé hambre ni durante  ni después de la guerra.
Tenía el falso apetito de un peluche, antojos de algodón.  
Vacío por fuera y por dentro, hecho un trapo,
mi hambre era la boca de un mudo.
Recorrí sin éxito las tiendas donde me dijeron que podía estar.
Mi dilema era una jauría de puertas de taracea tartamuda
con miles de subpuertas en conflicto de ladridos.
Podía comer igual que las guadañas o los protagonistas de un sueño
y comía platos de nada y fuentes de nada hasta dormir saciado.
Vacío por dentro.
El eco del pulmón par se perdía buscando a su hermano.
Me sobraban costillas para fabricar con ellas
los peldaños que los suicidas usan para saltar desde la luna.
Me sobraban los intestinos y los azulejos de las uñas.
Me sobraban los cerebros y el pensamiento.
Me sobraba la moral y no mirarle el escote al cadáver de la señora.
Me bastaba soñar con una cucharadita de algodón para mi relleno.

La solución del heredero.

Europa sentada en el globo terráqueo,
dócil como la escama de una carabela vieja
o el posavasos del otoño en la mesa de un parque. 
Cae Europa y caen los otros continentes femeninos.
Les puede el viento. Les sube la falda.
Los países muestran sus piernas
y yo los visito sentado en mi cadáver,
que es la mejor forma de viajar sin levantarse del sofá.
Paso las horas muerto mirando el mundo caerse.
Cuarteado atlas de seniles pegatinas, pegadas a qué raíz.

Compré la primera pieza de un paraguas,
un tarrito de cristal con cuatro gotas de agua.
Las demás entregas del coleccionable
consistían en un murciélago adulto,
un rodillo de cocina, un bastón y finalmente, la lluvia.
Luego ensamblé una retroexcavadora
con un tenedor y un saco de tierra fértil.
Y coloqué el primer ladrillo de mi felicidad
con mortero de cocaína y libros de autoayuda. 

Un día ocurrió algo milagroso.
La rotación, última pieza del globo terráqueo,
efectivamente, hacía girar el convexo puzzle
a un ritmo tan frenético que el mundo se tambaleó
y tuve que colocar una Biblia sobre la peana.
Llevado por una irrefrenable curiosidad
posé un dedo y el planeta se detuvo.
Bajo mi lupa, la lluvia y la vegetación, la formación de los continentes
e inclementes desastres naturales:
inundaciones, volcanes, tsunamis, terremotos, deforestación.
Todo al unísono. Secuela de la repentina detención del giro.

Decidí equiparar la rotación de mi esfera
a las veinticuatro horas de su modelo.
Ser yo la atmósfera del nuevo mundo.
Ser yo el trapo cobertor de la esfera.
Ser yo la funda de la jaula o la capucha de cetrería.
Ser freno y abrazar mi mundo con presión científica.

La consecuencia. La constitución de Andrajo.

      Artículo 1
El nuevo planeta se llama Andrajo
(material que constituye su atmósfera).

      Artículo 2
Andrajo es una esfera perfecta
no achatada a lengüetazos por los polos.
Su horizonte duerme sobre un vientre redondo
y no sobre la almohada de un boxeador.

      Artículo 3
Andrajo no tiene luna. Aunque sobra una bola blanca de billar.

      Artículo 4
El calendario Andrajoso sustituye al Gregoriano.
Se toma como referencia el año de la muerte de Muñeco de Trapo.
El año 2015 DC pasa a ser el año 90 DM.

      Artículo 5
Las líneas de metro son las raíces de un árbol
que no llamaremos manzano, sino túnel.
Sus frutos son maduros pétalos de tuneladora,
alimento, y sus astillas, fotosíntesis o panacea.

      Artículo 6
Los padres serán diales de una emisora resintonizada.
Los abuelos tienen condición de sabio y los nietos de mocoso.

      Artículo 7
Anticiclón es el nombre de la religión que reemplaza a globalización.

      Artículo 8
Se prohíben las borrascas, las dudas y las goteras.
Se prohíbe acumular saliva en los tejados.

      Artículo 9
El fuego modifica sus propiedades.
La llama será fuego fatuo de animal andino
y el humo tul de fantasma con aroma de azahar. 

      Artículo 10
Se dejará pensar tranquilamente a las vacas.

Disposiciones adicionales

Los túneles con colesterol serán sometidas al colibrí.

El órgano más importante de las flores de Andrajo será la fragancia.
Aunque algunos pétalos resistentes se emplearán como válvulas cardiacas.

Los espejos serán animales solteros libres de encontrar su reflejo.

Los dátiles podrán estudiar árabe y los armarios sin corbatas no podrán estudiar la lengua de las perchas.

Se promoverá el uso excesivo del dígrafo Ch, predominando en caso de conflicto palabras como chalchichón, Chinchón, chocholate, Chochabamba etc.

Disposición derogatoria

Quedan derogadas cuantas Constituciones nacionales prehistóricas o futuras se opongan a lo establecido en esta Constitución.

Disposición final

Esta Constitución entrará en vigor el mismo día de la publicación de su texto oficial en el BOJA, Boletín oficial de la Junta de Andrajo.
Por tanto, mando a toda la flora y fauna que pueda habitar Andrajo, que guarden y hagan guardar esta Constitución como norma fundamental del Estado.

Sevilla, a cuatro de enero de dos mil quince.

                      Martín deAndrajosa
                                                              Martín de la Torre Andrajosa


Martín de la Torre

sábado, 3 de enero de 2015

Consejos y andanzas de un filántropo quiromante. 3ª mano.


Un hombre sin oficio ni beneficio,
que se quería comer el mundo 
pero que a ojo de buen cubero
era más flojo que el albero,
me preguntó en La Puebla de Hijar,
por una tarea que aún no tuviera oficio,
que él, según dijo, la profesaría sin sacrificio.

Qué mercería peina el hilo que musita
a los violines la más bella melodía.
Qué minero vende sus manos, de raza negra,
antes de que lo hagan totalmente esclavo.
Qué pajarería vende la energía oscura
con la que expande el universo el mirlo.
Qué armero empluma los cartuchos
de tinta que hacen renacer al Fénix.
Qué aguador, así en la tierra como en el cielo,
confiesa al sediento la fórmula de las nubes.
Qué abaniquero da al viento desbandado
la ocasión de domesticar su soplido.

Qué kiosco vende los globos de helio
esperanzados con heredar el Sol.
Qué apicultor recolecta el oro
que endulza las pobres gargantillas.
Qué farero plancha las cordilleras
para que los aviones naveguen bajo.
Qué cirujano plástico reconstruye la cara
oculta de la Luna, devastada por la viruela.
Qué tienda de ultramarinos apila las ex latas
de Yugoslavia, la URSS  o Checoslovaquia.
Qué zapatero arregla las suelas del camino
para que las brújulas puedan elegir su destino.

Qué heladería presta la nata viuda
para los cirios de Semana Santa.
Qué caracolero alfabetiza sus moluscos,
muy apreciados en la otorrinolaringología.
Qué costurera desmadeja vías muertas
para remendar el cuello del maquinista.
Qué titiritero para un taxi mientras zarandea
un puente colgante por sus meridianos.
Qué pastelero dedica los cinco sentidos
de la mano a descubrirse ante Dioniso.
Qué herbolario vende semillas de lejía
a las uvas que se casan de blanco.


Bueno bueno, el que mucho aprieta, poco abarca
-me dijo el prenda-
Le desleí la mano y se fue con Dios. 


(Cliente atendido en el mercadillo medieval navideño
de La Puebla de Hijar, Teruel, el sabado 27 de diciembre)


Martín de la Torre