jueves, 25 de agosto de 2016

Consejos y andanzas de un filántropo quiromante. 14ª mano.


¡Cómo son las cosas! Fijaos, hace casi dos meses del concierto de Scorpions en Córdoba y todavía tenía mi camisa de cuero fluorescente, especial de los conciertos, en el maletero del descapotable (mi ropa de diario la lavo más a menudo). Anoche, cuando reuní la suficiente ropa fluorescente para llenar una lavadora (la equipación de baloncesto de Nigeria´96, los chalecos bajo el asiento del copiloto de los tres coches que tengo en el garaje, dos peluches de piolín y una peluca, fluorescente también, del candidato republicano), cuando había echado ya el suavizante Sanny Delay Limón en el cajón de la lavadora, me acordé de la camisa de los conciertos.

¡A lo que iba! Resulta que, en el bolsillo de la camisa había un papel con un texto escrito a lápiz. El sudor había emborronado las letras, pero, más o menos, se entendía. Me pasé toda la noche preguntándome quién ¡¿Quién?! Metería el papel en el bolsillo de mi camisa de cuero fluorescente. Luego soñé con las antiguas andanzas y peripecias del filántropo quiromante y su hechicera compañera, con aquella leyenda que cuenta sus desventuras y buenaventuras a lo largo y ancho de la península. Lo que sigue es la transcripción del texto recogido en dicho papel. Historias y oficios imposibles que me hacen rememorar los episodios de aquellos dos personajes.


Qué arquitecto municipal aprueba la licencia de obras
para el bungaló del pájaro carpintero y la casa cueva del topillo.
Qué marca de aceite de oliva mallorquín se publicita
como “Aceite de Palma virgen extra”.
Qué se podría hacer con leche, cacao, avellanas
y azúcar, que no sea morcilla de Burgos.
Que Yoco Ono instaló internet en el Reino Nazarí de Bob Dilan,
nadie lo duda, pero que Boabdil, el Chico Buarque,
fuese el último rey de Granada, dice muy poco de los Borbón.
Qué matemático alcoholizado se bebe a caño la trigonometría
de los triángulos obtusos, que tienen más graduación que el tequila.
Qué nieto mata a su abuelo para demostrar que la paradoja
del abuelo es falsa, que se puede viajar al pasado con el Imserso.
Que la muerte de Paco de Lucía invalida la teoría de cuerdas
es impepinable, se pongan los teóricos de la física como se pongan.

Qué zumoteca vende la regla de la fresa, la bilis del plátano,
el ácido úrico de la naranja y los glóbulos rojos de la granada.
Qué princesa cansada de buscar un príncipe azul, se resigna a casarse
con un pescado azul, pero no con cualquiera, sino con el emperador
de todos los mares: el pez espada, rey Arturo.
Qué perfumería vende el desodorante que usa el albatros
en sus axilas durante la travesía del Atlántico.
Qué vendedor de tacos no insulta a quienes se marchan
de su chiringuito mejicano sin dejar propina.
Que los kiwis, cuando llegan de Nueva Zelanda, traigan barba de tres días,
es normal, pero que los melocotones sean doncellas de mejillas ruborizadas
como de cuadro rococó, no me entra en mi cabeza de melón.
Qué conquistador español puede negar que a su llegada,
todos los incas padecieron cáncer de Colón.

Qué cantautor de ducha solo ambiciona que le aplaudan
los tapones de los geles de baño y los champús, siempre bajo
la inquietante y perfilada mirada de la silueta de Swarkof.
Qué veterinario estudia la preferencia de las pulgas por viajar
a lomos de los perros salchichas, como los ricos en sus limusinas.
Qué noruego pide asilo político en Mojácar,
huyendo del conflicto causado por la tristeza nórdica.
Qué médico especialista del aparato digestivo tiene el mayor archivo
de retortijones y de psicofonías del mundo de lo oculto.
Qué reduccionista afirma que la Comunidad Económica Europea (Cee),
solo es un pueblo de La Coruña, y que el resto de Europa no es más
que una copa de fútbol, de la que Portugal es vigente campeón.
Qué freidor de pescado gana la medalla de oro
en gimnasia artística, en el aparato de anillas (de calamar),
después de enharinarse bien las manitas de cerdo.



Martín de la Torre