Estaba la luna en la nuca de las montañas
Tan cerca del cortante filo de las cumbres
que mis pestañas de mimbre eran
peligrosas astilllllllllllas
para la burbuja de jabón calcáreo
Tan cerca que al sentir su tacto de melocotón de Portland
mi estornudo borró la huella del primer hombre
Tan cerca que posado en su órbita un búho advirtió a la luna
Mira la inigualable tristeza
de sus ojos
Ni todo
el manganeso de tus canteras
Ni
la palidez de tu semblante
Guarda bajo la cara oculta
las
esquelas aún frescas de la madrugada
Aquí
tu muerte no tiene código postal
Ni
tu desierto riquezas por colonizar

No me ilumines o prenderé con la
luz de una vela
la tela con la
que haces de la noche tu bandera
Y desnuda de sol vagarás invisible
Pendular como una guadaña dormitando
por los tejados
de la ciudad redonda
Huye luna
No sea que mi estornudo vacíe tu carga
y las notas de suicidio
como las alas de los vencejos muertos en la rama
vuelen al cielo a estrellar el sufrimiento
Martín de la Torre